Ella, todo un icono del glamour y la elegancia, enamoró al Príncipe Rainiero III, casándose con él en Mónaco e iniciando con ello, la época dorada del Principado.
Grace dejó su carrera como actriz para deberse a sus nuevas funciones como Su Alteza Serenísima la Princesa Gracia de Mónaco.
Se casaron dos veces: primero por una ceremonia civil el 16 de abril de 1956, en el Salón del Trono del Palacio de Mónaco. Para dicha ceremonia, la princesa llevó un traje de chaqueta y falda de blonda bordada y en color crudo, diseñado por Helen Rose.
Unos días después, el 19 de abril, tuvo lugar la ceremonia religiosa en la Catedral de San Nicolás de Mónaco (lugar donde se encuentra enterrada, junto a su esposo). El vestido que lució la princesa y que fue toda una sensación (de hecho, hoy día se sigue copiando aunque con variaciones), fue un regalo de la Metro Goldwyn Mayer y diseñado también por la diseñadora americana Helen Rose.
35 artesanos trabajaron en un vestido con el pecho de encaje francés y cuello alto, con las mangas largas, falda abullonada y un fajín que dejaba apreciar la esbelta figura de la actriz. En su confección se utilizaron 25 metros de tafetán de seda.
El conjunto se completó con un velo de tul de 9 metros con encajes alrededor y una tiara de flores de azahar talladas y perlas. Aún en vida, la princesa donó el conjunto al Museo de Filadelfia, su ciudad natal, donde se encuentra expuesto.
Pese a que sus flores favoritas eran las calas, Grace eligió para su ramo los lirios, recogidos en un bouquet.
Tras la ceremonia, los esposos recorrieron las calles del Principado montados en un Rolls Royce descapotable, dando a conocerse, ya como marido y mujer, en la que se ha considerado como una auténtica boda de cuento de hadas...
Y por último, aquí os dejamos un video resumen con algunos detalles más sobre esta gran boda, que tanto dio que hablar:
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